
Machu Picchu no necesita introducción. O, más bien, es de esos lugares de los cuales todo el mundo ha oído hablar, la mayoría de los viajeros tienen en su «bucket list», pero la mayoría no conoce los detalles. Cognomentos como «Montaña Sagrada» o «Ciudadela Sagrada» dan la impresión de un lugar altamente espiritual.
Bueno, les puedo asegurar que no encontrarán el Nirvana con esas multitudes.
Machu Picchu es el lugar más notorio en el que he estado – fuera de la Estatua de la Libertad en Nueva York y, quizás, el Gran Cañón del Colorado – pero extrañamente no es ni el lugar que más me emocionaba visitar, ni la visita me dejó perplejo. Digo extrañamente porque reúne todos los requisitos que me llaman la atención: lugar altamente histórico y arqueológico, en excelente estado de conservación, rodeado de naturaleza, en un lugar remoto, en un país bastante ajeno a Puerto Rico. Creo que la razón de mi «decepción» (y uso esta palabra de manera muy liberal, pues no solo no me decepcioné realmente, sino que volvería) fueron esas multitudes que mencioné arriba.

El lugar es impresionante, pero con todo y el control estricto que el gobierno de Perú tiene sobre Machu Picchu, es mucha la cantidad de personas subiendo y compitiendo por los mejores ángulos para tomar fotos.
Pero… me adelanto.
Demos vuelta atrás, a las 5:42am, cuando salimos de nuestro hotel en dirección a la estación de tren en Poroy. Esto fue en el 2018, y estoy consciente de que la logística ha cambiado un poco debido a unos cambios en las reglas del gobierno, por lo que el operador que nos dio los servicios en aquel momento ya no lleva a los turistas a la estación de Poroy en Cusco, sino que van en bus hasta Valle Sagrado, para tomar el tren de Ollantaytambo hasta Aguas Calientes. El regreso se hace en tren de Aguas Calientes a Cusco, de manera normal. En mi caso, tanto la ida como el regreso fue todo el tiempo en tren.
(Si alguno que lee esto ha ido a Machu Picchu recientemente, siéntanse en total libertad de comentar cómo fue la logística de su viaje para llegar a Aguas Calientes; esto es algo que puede variar también de operador a operador).

El tren que tomamos fue el Expedition, que es uno de los trenes más económicos. Todos los trenes para Machu Picchu tienen ventanas para mirar el paisaje – uno de los atractivos del viaje en tren – por lo que no deben preocuparse mucho por eso. Sin embargo, si buscan la mejor experiencia de observación sin destrozar la cuenta bancaria, el tren The 360 no solo tiene amplias ventanas sino también un vagón completo de observación. Su costo en estos momentos es unos USD$50 más que el Expedition, por lo que es una buena inversión.
De Cusco a Aguas Calientes son unas tres horas de camino. El viaje en tren es placentero, y en cierto momento el tren hace un cambio de carriles interesante, que me parece es para poder ascender la montaña. Por el camino pasarán por el Skylodge, que son unas cabinas de alojamiento colgando de una montaña en Valle Sagrado, uno de los mayores atractivos de la región.
Una vez en Aguas Calientes, se hace la fila para tomar el bus que los subirá a la montaña. En Aguas Calientes hay bastantes distracciones, que si no está en un grupo turístico que lo supervise corre el riesgo de quedarse demasiado tiempo allí y acortar su tiempo de exploración en Machu Picchu. Las distracciones vienen en forma de tienditas de souvenirs, o de comida. Si van a pasar la noche en Aguas Calientes, ya tendrá tiempo para todo eso después, y si no dele la prioridad a Machu Picchu, que es para lo que hizo ese viaje.

Los buses están en constante movimiento llevando y trayendo pasajeros hacia y desde la montaña. La mejor descripción del camino que le puedo hacer a un boricua es que es algo así como subir a El Yunque. Nada intimidante como la subida a Vinicunca, donde no hay vallas protectoras y el camino es todavía más angosto. Durante la subida también podrán ver a personas que o prefirieron subir a pie porque… no sé, o a las personas que hicieron trekkings como el famoso Camino del Inca, cuyo punto de partida es señalado cuando pasan en el tren, allá lejos, lejos (es un trekking de varios días).
A la llegada es hacer otra fila para entrar a la ciudadela como tal. Aquí hay mucha gente, así que si andan en un tour, procuren no perder de vista al guía. Aquí tendrán que sacar sus pasaportes para la entrada.


Si usted es una persona con problemas de movilidad, ya sea por dolores de espalda, piernas, o la edad, no se angustie; aunque es cierto que para apreciar toda la ciudadela debe subir más de trescientos escalones (que suena peor de lo que es) y darse su caminata, también lo es que puede tomar un tour más corto (siempre que lo avise con tiempo) de la parte inferior de la ciudadela, en donde no hay que estar subiendo y bajando mucho.
Como mencioné al principio, mi «decepción» con Machu Picchu fue probablemente un producto de las multitudes y lo difícil que se hace tomarse buenas fotos, o tan siquiera detenerse a apreciar la majestuosidad del lugar, puesto que hay que mantenerse en constante movimiento en ciertas áreas para no crear aglomeración. En ese sentido, otros lugares menos populares en Perú como la fortaleza de Kuélap en Chachapoyas, o la Ciudad Perdida de Choquequirao (que obviamente ya no está perdida, pero que al momento está tan retirada que como si lo estuviera) tienen un mayor atractivo.
¿Cómo afecta la pandemia del Covid-19 a las multitudes? Machu Picchu reabrió en julio 2021, y con un número reducido de personas: 25% de su capacidad usual, o 675 personas diariamente. Esto mejoró significativamente la experiencia. Ahora en julio de 2022 el aforo es más alto que en el ’21, pero todavía no se acerca a la locura del aforo «normal».
¿Esto significa que Machu Picchu no vale le pena? Por supuesto que vale la pena. Machu Picchu sigue siendo un lugar fantástico que debe visitar todo viajero que se respete. Quizás no podrá meditar ni ponerse en contacto espiritual con la naturaleza, pero podrá apreciar la magnificencia del imperio de Tahuantinsuyu, de sus construcciones y obras. Tengan en cuenta que Machu Picchu no fue su más grande ciudad, solo la que mejor se conserva por su remota localización.
¿Y sobre ese «fun fact» que mencioné en la primera foto? La montaña más fotogénica de la ciudadela es Huayna Picchu («Montaña Joven»). Machu Picchu es… esa que está ahí abajo.

¿Cómo vestirse? Mientras Cusco es frío por la altura, Machu Picchu tiene un clima semi-tropical, ya que se encuentra a menor altura, aproximadamente unos 2400 metros sobre el nivel del mar. Por lo tanto, no deben llevar ropa para frío, pero sí deben llevar protección contra el sol y los insectos (por eso me ven con mangas largas en las fotos, ya que no tenía crema para el sol).
¿Qué deben llevar? Es imperativo que lleven sus pasaportes. Sin pasaporte no entran al tren, ni tampoco a Machu Picchu. Las visitas diarias a Machu Picchu se dividen en diferentes secciones de horarios, y cada sección tiene un máximo permitido de visitantes. Si usted pierde su boleto o no puede ir, lamentablemente su boleto no es reembolsable. Si usted pierde su pasaporte, aparte del lío burocrático que le viene encima, no podrá entrar a Machu Picchu ni reclamar devolución. Copias del pasaporte no son válidas. Si usted renovó su pasaporte después de haber hecho la compra de su boleto, no hay problema, pero asegúrese de llevar tanto su nuevo pasaporte como el antiguo.

El tren no permite maletas grandes, por lo que si van a quedarse una noche en Aguas Calientes, o si se quedaron una noche en Valle Sagrado antes de visitar Machu Picchu de pasada, deben dejar su maleta grande en Cusco y traerse una mochila que quepa lo que vayan a usar por esa noche o dos noches. Siempre van a regresar a Cusco por logística, y usualmente se quedarán en el mismo hotel en ambos casos, por lo que pueden dejar sus maletas en ese hotel hasta su regreso.
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Wow!! No tenía idea de que llegar a Machu Picchu fuera tan enredado jajaja 😅, muchas gracias por tu artículo!! brinda una idea muy realista de lo que es la visita a esa maravilla de lugar, espero algún día poder conocerlo. Un abrazo desde el norte de México!
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¡Jajaja! No es TAN complicado ir a Machu Picchu, aunque es de esos lugares que vale la pena contratar los servicios de una agencia de viajes para hacer los arreglos, porque si fallas en algún detalle te puede dañar el viaje. Algo que olvidé mencionar a pesar de que lo tenía en mente para escribir, es que fui a Machu Picchu al día siguiente de mi odisea en la Montaña Arcoíris, y es posible que también estuviera tan cansado que eso afectara mi impresión; porque la realidad es que, objetivamente hablando, Machu Picchu cae perfecto dentro de lo que me encanta.
Espero volver algún día, aunque tengo mayores ganas de visitar Kuélap y Choquequirao, especialmente antes de que se vuelvan tan populares que terminen siendo igual que Machu Picchu.
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