Estambul: una introducción


Estambul es la ciudad que cambió al mundo.

La antigua capital del Imperio Romano Bizantino, la impenetrable Constantinopla fue penetrada, saqueada, y conquistada por los Otomanos en 1453. Con esto, la ruta de las especias que venían de Asia con destino a Europa quedó cortada, y con ese corte eventualmente un navegador genovés ideó un proyecto para trazar una nueva ruta que terminó con la unión forzosa entre Europa y las Américas en 1492. El resto, como dicen, es historia.

Y es historia lo menos que le falta a Estambul. Personas, tampoco; son 18 millones los que viven en el presente en esta ciudad llena de mezquitas, murallas, culturas, y una cantidad tan grande de mercantes y visitantes, que se puede escuchar en algunas calles a turcos hablando español para atraer turistas hispanos a su tienda. La ciudad es un caos fascinante, un mundo moderno que intenta forjarse de manera infructuosa en una fachada que ha tomado siglos en adquirir su forma. Una ciudad que sirve de frontera entre dos continentes, en donde literalmente con dar un paso puedes cruzar de Europa a Asia y viceversa. Una metrópoli con tanta importancia que muchos piensan en ella como la capital de Turquía (técnicamente, nunca lo ha sido, por razones que explicaré luego), un puerto de entrada a un país tan lleno de historia, tradiciones, y culturas como ella. Vamos, que en Turquía pisé palacios otomanos, ruinas griegas, ciudades legendarias, y hasta una antigua casa de la Virgen María.

Y quien tiene las llaves para entrar a este mundo es Estambul.

Estambul, según lo imagina «Midjourney», el programa de Inteligencia Artificial que está de moda.

Para alguien que sueña algún día con ir a Roma, esta fue mi Roma preliminar. Pero de entremes nada, que este es un plato fuerte por sí mismo, sin nada que envidiarle a nadie.

Bienvenidos a Estambul, y bienvenidos a Turquía.

Datos generales

La historia de la República de Turquía es sumamente reciente, o considerablemente extensa, dependiendo de qué tanto se aferren a los tecnicismos, y de que tan atrás quieran moverse en la historia. La República de Turquía apenas tiene un siglo de nacida, habiendo sido reconocida internacionalmente como tal en julio de 1923. Antes que eso eran conocidos como el Imperio Otomano, y antes que eso como el Imperio Romano Bizantino. Si seguimos viajando en el tiempo pasaremos incluso por la más famosa de las nueve Troyas, aquella que inspiró a Homero y enfrentó a Aquiles contra Héctor y griegos contra troyanos, épica que más de tres mil años después sigue resonando en nuestro mundo.

El punto es que este territorio que hoy en día llamamos Turquía cuenta con una vasta historia, pero la República es apenas un bebé. Y esa República nunca ha tenido a Estambul como capital administrativa, sino a Ankara, en donde el nuevo gobierno turco se estableció en octubre de 1923.

El idioma oficial es el turco, y la religión predominante el Islam, aunque dentro de la esfera musulmana los turcos son de los más liberales al compararse contra otros estados islámicos, tan es así que mi primer guía turístico en Turquía era ateo, cosa casi impensable en otros países islámicos. Aquí la cultura de Occidente ha tenido una influencia palpable, y estoy seguro que aquellos que gustan de ver telenovelas turcas saben a lo que me refiero.

La moneda es la lira turca, que para cuando visité el país en octubre y noviembre de 2021 cotizaba en 9 liras por dólar americano. Al momento de escribir estas líneas, son 27 liras turcas por dólar. Turquía es un país bastante económico y en donde el dólar rinde bien. También es un país muy limpio, aún Estambul con sus 18 millones de personas y su caos vehicular. Digo, limpia considerando el tamaño de la ciudad, claro, pero no es un lugar que le arruge la nariz o le levante una ceja a nadie por falta de limpieza. Una vez fuera de Estambul es todavía mejor.

Los principales atractivos turísticos de Estambul los estaré mencionando con más calma y detalle en entradas futuras, pero un resumen de ellas incluye la región de Galata, Taksim, y el Bósforo. Predominan las mezquitas, y de todas la más gloriosa es la Santa Sofía, que comenzó como una iglesia cristiana, fue convertida luego en mezquita, fue museo, y recientemente ha retomado su título como mezquita activa. Además la Mezquita Azul es impresionante, aunque cuando fui estaba mayormente cerrada por reparaciones (lleva años en esas, y se esperaba un par de años más de trabajos). La mezquita de Suleimán el Magnífico no puede faltar, así como el Palacio de Topkapi.

La Plaza de Taksim.

El sistema de metro

Estambul está con un pie en Europa y otro en Asia, aunque toda la ciudad se siente asiática; no es como que haya una clara demarcación de estilos o culturas entre una sección y la otra. Pero sea el continente que sea, toda la ciudad merece ser visitada y explorada. En la próxima entrada hablaré de uno de los mayores atractivos de la ciudad y Turquía en general: sus mezquitas.

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