
El Valle Sagrado de los Incas es, en mi opinión, la mejor representación del pueblo que hace siglos se hacía llamar Tahuantinsuyu, el imperio que se propagó por una amplia extensión territorial de lo que hoy en día es América del Sur. No es un museo al aire libre como lo es esencialmente Machu Picchu; aquí los Inca aún viven, trabajan, socializan, e interactúan con otros pueblos, nosotros los extranjeros. Es en el Valle Sagrado que veremos la cúspide de la tecnología agrícola Inca, su salinera más importante – la sal era uno de los elementos más preciados del mundo antiguo, y su enorme importancia prevalece hoy en día – y sus tejedoras de pieles de alpaca con sus creaciones multicolores. Valle Sagrado es como un corto vistazo al pasado, casi un estereotipo de lo que uno se imagina cuando hablan del Perú tradicional.
Chinchero

Nuestra primera parada del día lo fue Chinchero, un pequeño poblado de Urubamba localizado a 3754 metros sobre el nivel del mar, apenas unos 60 metros menos que Puno. En este punto del viaje llevaba ya par de días en Cusco y la altura por supuesto me había afectado, por lo que estaba algo preocupado con el cómo reaccionaría al subir un poco más de los 3400 msnm de Cusco a los sobre 3800 de Puno, en donde se encuentra parte del lago Titicaca. Esa preocupación se esfumó cuando el guía nos informó de manera casual sobre la altura a la cual nos encontrábamos. Me sentía bien, mejor incluso que en Cusco, y lo había achacado a mi creencia que todo el Valle Sagrado estaba por debajo de los 3000 msnm. Pero no era así; mi cuerpo ya se había adaptado.
Aunque la población de Chinchero es de apenas poco más de 3 mil personas, se está trabajando en la construcción de un aeropuerto que, una vez terminado, atraerá a mucho del tráfico que en estos momentos está recibiendo Cusco. Esto se debe a que llegar a Chinchero, y de ahí pasar inmediatamente a la parte baja del Valle Sagrado (esa por debajo de los 3000 msnm) es una gran ventaja para los turistas que no desean lidiar con los efectos más severos de la altura de Cusco. Sí tendrían que enfrentarse a los casi 3800 de Chinchero, pero por muy poco tiempo, y pasarían la noche en un lugar más agradable para los pulmones acostumbrados al nivel del mar.


Es aquí donde se encuentran las famosas tejedoras de mantas de alpaca. Mantas no es lo único que hacen, por supuesto; allí terminé comprándome una chaqueta y unos guantes de piel de alpaca que he llevado en varios viajes posteriores (uno de los guantes lo perdí en Turquía y lloré su pérdida hasta que tuve la oportunidad de regresar al mismo lugar un año después, por supuesto comprando un par nuevo… uno de los cuales estuve a punto de perder nuevamente en Puno).

Pero como iba diciendo, es aquí en Chinchero que podrá conocer el cómo estas mujeres consiguen crear estas magníficas piezas de ropa. El español que ellas hablan – y que hablan muchos de los peruanos más «andinos», por así decirlo – es uno con el uso de palabras típicas del castellano de España como los «vosotros» y «estareis», pero cuyo acento suramericano le da un toque tan diferente como extraño. Quien nos dio la explicación no solo tenía un buen dominio del español sino también de cómo entretener a su público mientras les habla. Y conste que habló por casi media hora mientras su compañera nos mostraba las técnicas.

Una de las ventajas de ser «tour leader» es que usualmente te regalan cosas en lugares de compras turísticas como este. En este caso me obsequiaron amablemente con una máscara hecha allí mismo, y que mostraré un poco más adelante.
Pero primero debo hablar de lo más que me sorprendió de la región del Valle Sagrado de los Incas. No fueron los tejidos multicolores, ni los círculos concéntricos de Moray, ni las enormes Salineras de Maras, ni el hecho de que en cierto punto su altura compara con la de Puno.
No, lo más que me sorprendió de Valle Sagrado es que disfrutara tanto de darles de comer a unas alpacas.

Esto se da en el mismo lugar donde se encuentran las tejedoras, una especie de entremes al plato principal que es su demostración de los tejidos. Las alpacas tampoco son los únicos animales allí presentes. ¿Recuerdan el Cui que mencioné en una de mis entradas anteriores de Cusco? Les voy a refrescar la memoria:

¿Lo recuerdan? Pues allí en vez de comérselos los miran y o piensan que nunca podrían comerse algo tan tierno, o se imaginan como saben a la brasa.

Camino de vuelta al bus algunos compramos los famosos «choclos» de maíz con queso, una de las especialidades de la casa. Es una mazorca de maíz enorme, muy rica y que en definitiva deben probar si tienen la oportunidad.

Te dan el queso en una bolsita de plástico que en la foto arriba se puede apreciar debajo de la mazorca. Esa combinación es muy efectiva y la hace un bocado muy sencillo y delicioso.

Luego de terminarme el choclo nos dirigimos a las Salineras de Maras.
Salineras de Maras

Para julio de 2021 el turismo dominante en el Perú pandémico lo era el nacional. En estos días se celebrarían los 200 años de independencia peruana, por lo que el turismo interno estaba en todo su apogeo. Maras fue, quizás, nuestro primer encuentro con la enorme cantidad de turistas locales, cuando nos topamos con unas filas larguísimas de autos esperando para entrar a la salinera.

Me parece recordar que antes estaba permitido caminar sobre las salineras, cosa que ya no se permite para conservarlas. Algo que me parece lógico sin la necesidad de esperar al deterioro del lugar para tomar acción pero bueno, así somos los humanos.

Los puntos de observación de las salineras son perfectamente adecuados para verlas y fotografiarlas sin necesidad de dañarlas. Las salineras están activas, con lo que quiero decir que de aquí se extrae sal para el comercio, tal como los Inca lo hacían hace siglos. Este es uno de los tantos paisajes extraordinarios del Valle Sagrado, y si van a hacer un tour del mismo y cuentan con el tiempo, asegúrense de que Maras forme parte del mismo (no todos los tours lo incluyen).
Círculos concéntricos de Moray

Moray es probablemente la imagen con que mayormente se asocia al Valle Sagrado, los círculos concéntricos que servían hace siglos de laboratorio agrícola para los Inca. Y es que cada círculo representaba un microclima diferente en el cual se podían sembrar variados productos. ¿Cómo consiguieron crear estos círculos? Dejando a un lado las teorías de extraterrestres (que de seguro debe haber un par al menos para explicar esto), mi teoría favorita es la de un meteoro que hace muchos siglos se quebró al entrar en la atmósfera de la Tierra e impactó siete lugares diferentes en el Valle. Estos impactos son los que crearon los círculos, y los Inca simplemente se encontraron con ellos y aprovecharon sus propiedades para sus cultivos.

Esta es mi teoría favorita, pero probablemente tampoco sea cierta. Sea cual fuere la manera en que se crearon estos círculos agrícola, la realidad es que son otro ejemplo más de la sabiduría de los humanos de hace siglos, a los que generalmente menospreciamos como si los únicos avances científicos meritorios hubiesen comenzando en el Siglo XIX.
Fortaleza de Ollantaytambo

Ollantaytambo fue un antiguo pueblo andino cuya importancia estriba en ser seleccionado como uno de los «tambos» del imperio Inca. Los tambos – o tanpu – eran refugios para los emisarios y funcionarios gubernamentales, ubicados a ciertas distancias unos de otros a lo largo de los caminos construidos por el imperio. El concepto es uno parecido a lo que vería más tarde en Turquía con los caravasares (o caravanserai), que eran refugios medievales a lo largo de rutas comerciales, excepto que estas atendían a cualquier persona que necesitase descanso, mientras los tambo no hay evidencia de que fueran de uso público.

Es por esta razón que Ollantaytambo es uno de los puntos de partida del famoso Camino Inca que termina en Machu Picchu. También tienen una estación de tren por la que pasan aquellos que van a Machu Picchu.

Considerando todo lo que hay que cubrir en un día para lo que les acabo de describir del Valle Sagrado, para cuando uno llega a Ollantaytambo el cansancio comienza a hacer estragos y, en el caso de nuestro grupo, fueron pocos los que tenían los ánimos para subir la fortaleza y ver algunas de las más impresionantes vistas. Yo estaba cansado también pero lo hubiera hecho si no fuese por el tiempo que tomaba completar la operación (pues no se puede bajar por donde mismo se sube, y la bajada era más larga), tiempo que requería un consenso del grupo para hacerlo o no.

Para mi suerte regresaría un año después a Ollantaytambo con otro grupo que sí tuvo algunas personas dispuestas a hacer el recorrido completo.

Valle Sagrado provee algunas de las vistas más interesantes y hermosas de todo el Perú, una combinación de tradiciones, historia, tecnología, antiguo comercio, y parajes naturales extraordinarios reunido en un espacios de algunas horas que lo convierten en uno de los tours imperdibles para aquellos que visitan este país.
¡Hasta la próxima!
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