Huila, segundo día: ¡CAFÉ!


Colombia huele a café recién colado en la mañana, tomado bien caliente sorbo a sorbo para comenzar el día con el pie derecho. El país suramericano es uno de los productores élite de café a nivel mundial, y dentro de Colombia el Departamento de Huila es el principal productor en masa. El café lo verán a la venta en todas partes, no importa dónde en el país estén; lo que no se ve en cualquier parte son las plantaciones de café. Uno de los lugares donde sí pueden verlas, y en gran cantidad, es en Huila.

Teniendo esto en cuenta, la compañía de turismo de Huila nos llevó a ser testigos de todo el proceso detrás de la elaboración de una de las bebidas más populares del mundo. Nuestra primera parada cafetera fue el restaurante Costello Campestre, un hermoso lugar de comida típica en donde nos ofrecieron un «tasting» de café del cual participé a pesar de que no soy muy asiduo al café (contrario a la mayoría de los puertorriqueños). Además del café y un delicioso almuerzo, nos obsequiaron con un show típico muy bonito que incluyó el baile sanjuanero (aquel mismo con que nos recibieron en el aeropuerto de Neiva), pero ya de manera más elaborada.

Terminado el almuerzo y el show, nuestro próximo destino fue la finca Lusitania, una de las más galardonadas de Colombia. Nos atendió muy amablemente el Sr. Víctor Ibarra, quien nos mostró entre otras cosas el cómo utilizan otras plantas (en este caso, plátanos) para cubrir con sombra a las plantas de café y de esa manera regular la temperatura en la que se desarrolla el grano. A su vez aprovechan para producir plátanos también.

Toda esta regulación y cuidado, sin embargo, es algo que en Puerto Rico lamentablemente no se puede apreciar por la manera en que se toma café. Mientras en prácticamente el resto del mundo el café se toma negro, en Puerto Rico la mayoría lo baña en leche y azúcar refinada. Esto tiene por efecto el neutralizar el sabor que se ha cultivado con esmero en el grano. Es como si a un vino cabernet sauvignon cuidadosamente trabajado, le echaran hielo y limón. A lo mejor te gusta más así, pero todas las razones por las que alguien compraría el cabernet se irían por la borda.

Mi falta de obsesión boricua por el café no me impidió tomar parte de un segundo «tasting» de café, esta vez en una fábrica en el pueblo de Garzón, al que nos dirigimos una vez terminó nuestro recorrido en la finca Lusitania (no sin antes llevarnos algunos saquitos de café de alta calidad). En la fábrica nos mostraron el proceso de separación de los granos (grandes de pequeños por medio de filtros), la tostión de los mismos, y cómo finalmente son molidos y empacados.

Nuestro día concluyó en Garzón, en el hotel Kahvé. Este hotel tiene una temática cafetera muy bonita, como verán en las fotos que les dejo más abajo. Esa noche recorrimos el pueblo, con la ventaja de que teníamos un guía local acompañándonos en todo momento. Después de unas bebidas en un bar local regresamos al hotel y nos acostamos a dormir.

Al día siguiente iríamos a la atracción más famosa de todo el Huila: el Parque San Agustín.

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